Bodas

La boda más especial, la de mi hermano Jon

Ya estoy recuperada de las emociones y el dolor de pies de tanto bailar en la boda de mi querido hermano y mi recién estrenada cuñada, que aunque ahora es oficial ya lleva mucho tiempo formando parte de mi familia. El día anterior tuve el tiempo justo para esmaltar las uñas en negro (siempre) y tiré de contactos para que Aitor Ocio me hiciera un hueco ensuClínica Henao para un tratamiento de radiofrecuencia que borrara las huellas de fatiga de una Aste Nagusia agotadora.

Detalle de zapatos, ramo y alianzas de Perodri

Elegir el vestido fue más complicado. Lo dejé para el último momento porque nada me valía, hasta que pasé a saludar a Carol de Voga Bilbao y en un plis me solucionó la papeleta con un precioso vestido de Elisabetta FranchiEl tocado por supuesto era cosa de Tocados by Carmina. Con el outfit del pequeño Mateo lo tuve más complicado. Intenté un look de chaqueta y corbata pero al final le veía vestido de uniforme de colegio, así que opte por lo básico, camisa blanca de cuello mao y pantalón beige. No os cuento la guerra que me dieron los calcetines porque fue como una broma. Visité más de cinco tiendas de niño y en ninguna había calcetines para un churumbel de cinco años ¿Será que no llevan calcetines y yo no me he enterado?

Los novios más guapos

El día de la boda me caí de la cama prontito, que no quería prisas para maquillarme y peinarme con calma, ya que no había tenido ni tiempo de reservar hora en la peluquería pero como ya son muchos eventos a cuestas, una se apaña sola. Y así de compuestos, después de hacernos las fotos de rigor para familia y curiosos que querían ver el modelazo después de la guerra que les había dado, nos plantamos los primeros en la iglesia de la Universidad de Deusto, con los nervios a flor de piel. Nada más ver a mi hermano con su 1,97 y su impecable chaqué de Man empezaron a asomar las primeras lagrimillasque conseguí contener a la espera de ver a la novia.

 Decoración en Baserri Maitea

En la iglesia, esos minutos de espera se me hicieron eternos. Mantener a la madrina tranquila y al enano quieto parecía misión imposible. El único que mantenía la calma como siempre era Jon. Empezó a cantar el coro y empezaron de nuevo las lágrimas cuando María y su padre comenzaron en paseíllo hacia el altar. Estaba preciosa. Al igual que la ceremonia que también lo fue, con D. Txema al frente que les conoce desde que eran pequeños y se atrevió hasta con algún chiste, porque estaba en familia. Al finalizar y feliz estrenando cuñada, volvieron las emociones cuando en lugar del clásico aurresku, la banda de su cofradía hizo temblar el claustro de Deusto.

La firma como testigo

De ahí directos a Baserri Maitea uno de los caseríos más bonitos y más gastronómicos de Bizkaia, donde teníamos asegurado un entorno maravilloso y una comida a la altura de Jontxu y su 1,97, con unas láminas de entrecotte que se te saltaban las lágrimas y una merluza braseada que había pegado un salto del Cantábrico a nuestro plato. La decoración del caserío, meseros y seatting era también impecable con unas acuarelas preciosas con iconos de nuestra tierra y de nuestras familias, como nuestros colegios Ayalde y Munabe, San Juan de Gaztelugatxe o el fosterito de la plaza Moyúa.

Detalles de tocado y clutch de Tocados By Carmina. Y pendientes de Estibaliz, la amatxo de mi cuñada de Mio Bilbao

Mateo le perdí de vista nada más poner un pie en el baserri. Se juntó con los primos pequeños de María y creo que agotó a todos. Le recuerdo a las 8 de la tarde subido en un magnolio vigilando los bailes que nos estábamos marcando los mayores gracias a Jaime, el mejor DJ de la historia y rey de todas las bodas de bien, por guapo, simpático y elegante. Ilusa de mi pensé que no sonaría Despacito, ni Súbeme la Radio pero ¡sí! Estaba en la lista de canciones obligatorias para poner en pie al personal, aunque no lo necesitábamos y así estuvimos hasta la madrugada. Sin parar de bailar jóvenes y no tan jóvenes. Pero como todo lo bueno llega a su fin ya tocaba poner rumbo a Bilbao, no sin antes morir de la risa con los chistes de “camarero, camarero…” que se marcó la juventud mientras esperábamos el autobús de vuelta.

Ahora a la espera de que los novios vuelvan de la luna de miel, que estoy nerviosa con esos huracanes y terremotos al otro lado del charco, solo me queda desearles una vida muy feliz juntos y que yo lo vea año tras año. Por último dar las mil gracias en especial a Estibaliz, la madre de María (que también iba preciosa con unos pendientes y pulsera de Mio Bilbao), a sus tías y a su abuela, que nos trataron como uno más de su familia presentándonos a tíos y primos que conocíamos por primera vez pero que ya tienen un hueco en nuestro corazón.

Con Jaime y Nerea, DJ y fotógrafa, amigos y profesionales a los que adoro

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